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REDES SOCIALES: DEL CAPITAL DIGITAL AL CAPITAL VINCULANTE


Jorge Alberto Hidalgo Toledo*


La evolución del consumo digital en México
Sin duda, México ha sufrido una serie de cambios estructurales en el ámbito social y cultural vinculados con: la distribución geográfica, la urbanización de las poblaciones, la edad de su habitantes, el acceso a los servicios públicos y educativos, la reconformación de la vivienda y el incremento de los bienes de consumo mediático en la familia.
            Aunado al cambio estructural de la población mexicana, la industria mediática se ha reconfigurado en función de los nuevos hábitos de consumo mediático e hipermediático. Los usos, consumos y apropiaciones[1] de los medios e hipermedios han cambiado. Los tipos de receptores y formas de recepción son otros. Los hábitos mediáticos se han reconfigurado derivado de la gran oferta de medios ampliando los niveles de segmentación, especialización y fragmentación de las audiencias[2].
            En México, como en gran parte del mundo, se está viviendo un gran cambio en los estándares de uso y consumo mediático. Como se puede ver, el uso de las tecnologías de información y comunicación siguen proliferando modificando las prácticas comunicativas y los procesos de comunicación[3]. 
Particularmente las audiencias de los medios tradicionales se están reduciendo debido a la incorporación de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC´s) como lo son: Internet, las grabadoras de video digital (DVR, por sus siglas en inglés), videojuegos, dispositivos móviles, DVD, reproductores de música portátil, computadoras personales y la web 2.0. Esta multiplicidad de ofertas en medios, canales y plataformas hace más visible la fragmentación de audiencias, la transición y coexistencia entre medios e hipermedios, la activa renovación de usos y estrategias, el uso extensivo de las TIC y su incorporación en el entorno doméstico, el ámbito profesional, educativo, económico y cultural.
Los porcentajes y tiempos de exposición de los medios tradicionales están variando; la presencia de nuevas tecnologías en el hogar cada vez es mayor; el consumo de televisión ahora se reparte en las modalidades abierta y paga con sus subdivisiones de cable y satelital, sin contar el share que roba la televisión convergente o por internet a la misma; la concentración de medios y canales convive con la economía y distribución de cola larga (long tail[4]); el compromiso de las audiencias (engagement) está variando radicalmente en el proceso de secuencia tradicional (atención-interés-deseo-acción).




* Jorge Alberto Hidalgo Toledo. Lic. En Comunicación, Maestro en Humanidades y Doctor en Comunicación Aplicada por la Universidad Anáhuac. Presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación, CONEICC. Titular de la Cátedra Televisa en Innovación en Contenidos y Titular de la Cátedra FISAC-Anáhuac en comunicación para la responsabilidad ante el consumo. Investigador Titular del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA), de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Director de Medios de Global Content. Actualmente es Coordinador de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Es  Coautor del libro: Signo vital: Comunicación estratégica para la promoción de la salud (2011) y Comunicación Masiva en Hispanoamérica: Cultura y literatura mediática (2005). jhidalgo@anahuac.mx
[1] Entiéndase por uso, consumo y apropiación lo siguiente:
Uso de medios: referido al ejercicio o práctica comunicativa habitual vinculada con una función instrumental específica (entretener, informar, educar, etcétera) o híbrida asociada al medio.
Consumo de medios: Bajo esta noción se ubican a los productos mediáticos como mercancías que pueden adquirirse y proporcionar subsistencia, sentido, diálogo o abastecer líneas de relaciones sociales. Así el consumo se torna una “práctica sociocultural en la que se construyen significados y sentidos”  (Sunkel, 2002, pág. 3) y que permite comprender los comportamientos sociales ya que el consumo al llenar de sentido la vida es en sí misma una producción de sentido.
La apropiación de medios implica un tomar para sí, comprender y ajustar el sentido; un adueñarse de los mensajes contenidos en los medios y las prácticas comunicativas e internalizarlos, incorporándolos en la trama mental y en la construcción interna de la propia identidad del sujeto que consume. Esta premisa de apropiación refiere a una construcción interna de producción y aporte de sentido. La apropiación implica el identificar el impacto real del medio en las formas concretas en que se inscriben las prácticas comunicativas derivadas del uso y consumo de los medios. La apropiación se vuelve en sí misma una forma de expresión, de significación social asociada al uso de los medios. Utilización que juega un papel importante en la expansión de uso y reconformación de prácticas comunicativas cotidiana. La apropiación enlaza al objeto, al orden simbólico y lo cotidiano, recontextualizando al objeto mismo. Así como apunta Diana Sagástegui Rodríguez la apropiación es “una forma de crear significado social desde las actividades cotidianas de la vida diara” (Sagástegui Rodríguez, 2005, pág. 15). Ello implica un complejo entramado de relaciones, necesidades, deseos, posibilidades y recursos. 




[2] Es importante señalar que la diversidad de canales de distribución y la emergencia de tecnologías de información y comunicación (Televisión por cable, satelital, convergente, Internet, telefonía celular, DVD, videojuegos, redes sociales, etcétera) ha originado que muchas audiencias y usuarios que antes eran compactas se hayan fragmentado y especializado modificando la lógica de la comunicación masiva.
[3] Los nuevos procesos de comunicación derivados de la digitalización están vinculados con la creación, producción, distribución y consumo de contenidos generando con ello cambios sociales, económicos, culturales, prácticas mediadas por las TIC’s y patrones socioculturales.
[4] Teoría económica de la era digital desarrollada por Chris Anderson, editor de la revista Wired, que da cuenta de la fragmentación de las audiencias y la necesidad de identificar, no sólo a las grandes masas sino la existencia de micro nichos que se comportan de forma muy diferente aún cuando pertenezcan a un mismo rango generacional.

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